lunes, octubre 15, 2012

Feria Villa Scasso: La ley de la selva

El fenómeno de la creciente instalación de las denominadas Ferias truchas luce como una problemática invisible para la Comuna a pesar de las denuncias vecinales, el impacto negativo que provoca en la actividad comercial formal y la venta de mercadería prohibida. 



La Matanza tiene sus propios shoppings “paralelos” aunque sin escaleras mecánicas, cines y menos, probadores. Lugares sin grandilocuencia donde a ojo se define una compra acertada pero no se aceptan tarjetas de ningún tipo ni se debe esperar factura o ticket, aunque sí se puede conseguir descuento por cantidad. Es un por un lado el reino del pago cash y por el otro, la demostración palmaria de la ausencia del municipio. En sus distintas formas, los puestos ya forman parte del paisaje habitual en distintas partes del distrito. Lugares expropiados temporalmente a la comunidad -sábados, domingos y feriados- contra la voluntad de la mayoría de los frentistas y con el aval que otorga el municipio con su silencio oficial. Pequeños Centros Comerciales donde la vidriera es remplazada por tablones anchos apoyados sobre estructuras de hierro desarmables, que tienen un alquiler diario de $35. Un gran negocio de millones de pesos anuales.

Mientras la Dirección de Ferias y Lealtad Comercial -que depende la secretaría de Planificación Operativa y Control Comunal- confirma que las ferias municipales son 12 (doce), funcionan de martes a domingo, se restringe la variedad de cosas que pueden venderse debido a que tiene ajustarse al rubro declarado y define condiciones para poder vender, en la Feria Villa Scasso se vende de todo como en otras ferias ilegales del Partido.

Indebidamente uno ya naturalizó la venta de películas en DVD, CD de música, CD de video y juegos de Play Station en infracción con la Ley Nacional de Propiedad Intelectual y hasta espera encontrase -aunque no debiera- con prendas de origen apócrifas de distintas marcas (Levi, Adidas y Nike entre otras) más allá que su falsificación es un delito federal (Ley 22.362) pero la capacidad de asombro se ve superada al recorrer la Feria Villa Scasso y toparse con sus cinco carnicerías y una pescadería sin ningún tipo de refrigeración siendo que el consumo de estos productos podría costarle la vida a los consumidores.

No hay límites, si bien está prohibida la venta callejera de animales vivos no falta la venta de peces, tortugas, loros, pájaros, conejos y hasta teros. Por otro lado, la oferta del día incluye herramientas usadas, rodados y/o accesorios para motos, electrodomésticos, bijouterie, televisores, lentes y anteojos, relojes y productos de belleza entre una infinidad de productos. Sobresale la venta de celulares y zapatillas usadas porque que serían de dudosa procedencia. Por si fuera poco, una suerte de Patio de Comidas instalado en el lugar ofrece la posibilidad de hacer una pausa, sentarse para comer y hasta disfrutar de una cerveza marcando así una diferencia con los típicos puestos que venden hamburguesas, panchos y gaseosas instalados en distintos puntos de la feria.

Es imposible aceptar que nadie avala su funcionamiento ya que se corta una mano de la Avenida Pedro Russo a lo largo de 15 cuadras (entre Newbery y La Bastilla) para poder levantar -desde las 05:30- los cerca de 3.000 puestos que allí funcionan cada domingo desde las 08:00 hasta 14:00. A causa de esta modificación en la arteria, las líneas 620 y 621 cambian su recorrido ese día y durante el funcionamiento de la feria, mientras los automovilistas se ven obligados a transitar por calles de tierra para llegar a destino.

Un problema que está invisibilizado y sin señales de solución aunque no se puede estar exento de las leyes y las ordenanzas municipales. No aparecen alternativas tanto para los feriantes, cuya economía depende de las ventas que realicen, como para quienes son perjudicados por el comercio ilegal.

NCO