En su edición de septiembre, La barra editorializó sobre la imagen positiva que da nuestra ciudad para los que llegan desde el este y desde el sur.
Las flores en el cantero central embellecen el ambiente, aunque también podríamos preguntarnos dónde nos vamos a parar los peatones, a la espera de que el semáforo nos habilite a cruzar Moreno o Rivadavia.
En la página 16 el Sr. Alfonso Corso nos ilustra sobre los monumentos de Ramos Mejía, no sólo sus emplazamientos actuales sino los traslados que a lo largo de la historia se han realizado y que de alguna manera nos hablan de la importancia que le dan a los símbolos los dirigentes que los deciden.
No pude evitar conectar ambos artículos. Si el fotógrafo que “inmortalizó” las flores del cantero tuviera la amabilidad de rotar 90 grados a su izquierda y levantara el foco, podría registrar un “monumento” que corre el riesgo de transformarse en la “identidad” de Ramos para el que recorre la avenida Rivadavia: el mamotreto de “quichicientos” pisos abandonado desde hace 20 años; un verdadero monumento a la decadencia, a la desidia, al “qué me importan los demás”, a la fealdad.
No pude evitar conectar ambos artículos. Si el fotógrafo que “inmortalizó” las flores del cantero tuviera la amabilidad de rotar 90 grados a su izquierda y levantara el foco, podría registrar un “monumento” que corre el riesgo de transformarse en la “identidad” de Ramos para el que recorre la avenida Rivadavia: el mamotreto de “quichicientos” pisos abandonado desde hace 20 años; un verdadero monumento a la decadencia, a la desidia, al “qué me importan los demás”, a la fealdad.
Creo que, salvo los dueños de semejante bodrio de hormigón, todos los “ramenses”, nos preguntamos qué habrá pasado para que se paralicen las obras. Cuando las esperanzas de que se retomara la construcción se fueron desvaneciendo, nos fuimos acostumbrando peligrosamente a aceptarlo como parte del paisaje habitual.
Me parece que llegó la hora de hacer algo. No digo un piquete… pero como comunidad civilizada, organizada y “representada” en el Honorable Concejo Deliberante, nuestros “representantes” podrían, si quisieran, utilizar las herramientas que la democracia les da para estimular la responsabilidad social de los empresarios que se arrepienten de sus negocios provocando un perjuicio para el resto de los conciudadanos. En otra localidad, no recuerdo cuál, ante un caso parecido, instaron a los propietarios a la demolición del esqueleto inconcluso, ante lo cual “se pusieron las pilas” y lo terminaron.
Les tiro esta “ideíta” para que la vayan madurando los que el año que viene van a tratar de convencernos de cuánto quieren a “su” Matanza.Por favor dejen de “cacarear” y a ver cuándo ponen (un) huevo.
Luisa Stefani