La tarde gris estaba cayendo sobre San Fernando cuando, en el aeropuerto de esa localidad bonaerense, aterrizaba el avión Lear Jet particular del empresario patagónico Lázaro Báez. El socio de la familia Kirchner desconocía que lo esperaban las esposas de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y de la Federal y la acogida lo tomó por sorpresa. Si bien el operativo de gran envergadura le causó asombro, no se resistió en el momento de su detención.
Mientras lo trasladaban a la comisaría 23ª, en Palermo, en una camioneta Ford Ranger color negra —que llamativamente no estaba a su nombre—, el dueño de Austral Construcciones sembró sus dudas: “espero que esto no derive en una situación embarazosa, que no me hagan la cama”.
Cerca de la medianoche Báez recayó en la Superintendencia de Investigaciones de la Policía Federal Argentina, en Villa Lugano, ya que, según informaron fuentes policiales, es un lugar excelente donde pernoctar.