
En lo que va de este año, la localidad de Ramos Mejía cobró notoriedad mediática por los recurrentes hechos de violencia que allí se vivieron. En solo dos meses, en un radio de 30 cuadras, ocurrieron cuatro feroces asaltos, en los que un comerciante y tres delincuentes resultaron muertos y un empresario baleado.
El homicidio de Emiliano Martinó, el comerciante de 33 años asesinado el lunes 14 de junio por los ladrones que entraron a robar a su casa de Beruti al 100, a unas diez cuadras de la zona céntrica de “La Perla del Oeste”, puso en relieve la inseguridad del área. Las autoridades policiales que hablaron con El1 no dudaron en afirmar que la zona está “desbordada”.
“La densidad poblacional de Ramos Mejía creció con el boom inmobiliario y cada familia tiene dos o tres coches 'durmiendo' en la calle. Los índices de hurto de autos en la zona son altísimos. La jurisdicción lidera el ranking a nivel municipal”, explicó un vocero policial.
Por su parte, un agente de la comisaría ubicada en Avenida de Mayo 549 se sinceró y reconoció que el área es “muy compleja”.
“La parte comercial no está ubicada únicamente en la zona céntrica ni opera en un horario específico. Por la mañana, trabajan los bancos y, por la noche, los restaurantes y los bares”.
Según fuentes extraoficiales, en Ramos Mejía viven alrededor de 220.000 personas. En tanto, la comisaría cuenta con ocho patrulleros para recorrer las seis cuadrículas diseñadas por el Plan Director del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. Los efectivos que prestan servicio en esa dependencia, a cargo del comisario Claudio Colace, son 99 en total, repartidos en tres turnos de ocho horas.
“Están desbordados, porque, a la gente que vive en Ramos, hay que sumarle la que visita el área por trámites, compras o para a comer.
Por turno, hay 33 agentes para garantizar la seguridad: uno cada 6.600 habitantes”, detalló un ex jefe de calle de la zona.
Sin embargo, otro policía agregó que el número de agentes es aun menor y que no llegan a brindar un servicio de seguridad acorde con las necesidades.
“En Ramos, se puede encontrar de todo: desde pungas hasta salideras. En tres días, hubo cuatro salideras, a media cuadra de la comisaría”, contó Fernanda, quien fue testigo de cómo un motochorro le arrebató el sueldo a una mujer que acompañó a su padre a cobrar la jubilación.
“Ramos Mejía siempre fue un foco conflictivo porque hay mucha plata dando vueltas. Lo que pasa ahora es que la seguridad se desbordó porque hay muchos edificios y comercios nuevos. Además, hay mucho desánimo en el personal: ninguno quiere que le peguen un tiro por mil y pico de mangos”, explicó un agente de la comisaría vecina de Haedo.
Periódico Uno
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