Junto a sus vecinos, el viernes en la casa de Gina Di Nardo
El sábado a la tarde, Juan ya estaba preparando la parrilla para el asado que se hace este viernes en la puerta de la ex fábrica Danubio para recibir a los nuevos dirigentes políticos que se sumaron a la lucha de los frentistas. Había ofrecido donar el pan para el evento para que los demás se encarguen de otras cosas que faltaban.
Juan era así, no paraba, se comprometía por las causas justas y estaba en todos los detalles. Pero un fuerte dolor en el brazo izquierdo hizo que su familia lo internara de urgencia por la noche y falleció lamentablemente, hoy a la madrugada de un paro cardíaco.
Juan había participado de la primer reunión entre vecinos y los encargados del proyecto, en
Discutió con el arquitecto Jorge Vahedzian, contratado por la empresa Co.Ma.S.A para desarrollar el proyecto edilicio que se pretendía construir en el predio de la ex fábrica, y con el arquitecto Carlos Scampini, al enterarse que uno vivía en San Miguel y otro en Villa Madero, y les dijo: "Discúlpen Señores: Si es tan lindo el proyecto ¿Por qué no lo construyen en su barrio? y aclaraba: “yo vivo ahí, y es un barrio de casas bajas”.
Sin conocerlos, le pidió a los referentes contra los edificios ilegales de Ramos Mejía presentes en ese lugar, que lo dejen hablar sólo a él, diciendo que era el único en la reunión que vivía frente a la fábrica, que era un damnificado directo (vivía en la calle Iannone al 600) y que tenía el mayor derecho a opinar. Ese era Juan...
Esa reunión terminó y el arquitecto encargado del proyecto, Vahedzian, le dijo tanto a él como a Silvia Pedro (damnificada por Alvardo 607 del arquitecto Antonio Blasi) que no le iba a dirigir más la palabra por la forma en que rechazaron su proyecto. Ellos se fueron encantados, no perdían nada...
Pero conocer el proyecto que se pretendía hacer en la ex fábrica Danubio lo mató. Llevaba once años construyendo su casa, de a poquito, sin pedirle un peso a nadie. Y de repente se encontró que antes de terminarla, ya no iba a tener el sol ni un barrio tranquilo de casas bajas que junto a su hermano (vive a una cuadra) eligieron para vivir cuando llegaron primero, hace muchos años, al lugar.
Salió de la primer reunión indignado y no resistió la noticia. Visitó uno por uno a todos los vecinos para comentarles que se pretendía hacer en la ex fábrica, logrando convocar en la primera Asamblea Vecinal sobre la ex Danubio, más de 200 personas.
Los obreros de la fábrica lo apretaron por defender a los chicos que pintaban los vallados con mensajes contra lo que se pretendía construir en el lugar, pero él respondía con volantes que anunciaban que los servicios estaban colapsados...
Sabía contra quienes se enfrentaba, porque se encontró un año atrás con un municipio que es una verdadera vergüenza. En Fiscalización de Obras y Regulación Catastral le avisaron tiempo atrás que perdieron los planos de su casa y ahí comenzó otra batalla con la secretaria privada del intendente. Pero nunca lo recibieron.
No podía poner las cosas en regla y se mortificaba. Juan siempre tuvo todos sus impuestos al día, era de los de antes, cuando la palabra valía, y no hacía falta salir a buscar un garante.
Pocos sabían que Juan tenía un dolor muy grande, su hijo de 16 años falleció hace ocho años jugando al futbol en un torneo de AFA. Desde entonces llevaba un juicio con
Después de mucho tiempo, y con mucho esfuerzo, Juan comenzó a salir a la calle nuevamente. Sus vecinos lo querían, lo ayudaban a seguir después de ese duro golpe.
Pero Juan entró nuevamente en una depresión profunda, después que lo visitó personalmente en su casa, el arquitecto Juan Vahedzian. El mismo que en la primer reunión entre vecinos y la constructora, le había retirado la palabra. Vahedzian trató de convencerlo del proyecto, pero el no quería saber nada. Lo escuchó por educación...
Pero se enteró que el arquitecto estaba visitando a sus vecinos para convencerlos de su proyecto de monoblock en la ex Danubio y se desesperó.
Su familia le pidió que largara todo, porque se estaba enfermando nuevamente, y cumplió a medias, no lo soportaba, aunque los dolores en su cuerpo volvieron a aparecer.
Los vecinos dejaron de llamarlo, pero él se enteraba y aparecía. Por detrás seguía peleando, sin que sepa su familia. Era el guardían de la obra y alertaba de todos los movimientos que había en el lugar.
Para que los vecinos, que le pedían que se tranquilizara, no le pidieran que se vaya a su casa a descanzar, ahora participaba pero no hablaba, porque se hacía mala sangre.
En soledad, le escribió una carta personal al intendente Fernando Espinoza y la presentó la semana pasada en el municipio. Tenía fe que lo convocara. Él sólo quería tener la oportunidad que su intendente lo escuche y que entienda su situación.
Participo este viernes de la marcha, iba a atrás, en silencio con un cartel que hablaba por él. En el corte que se hizo en Av. de Mayo y Rivadavia, mudo con su brazo en alto, sostenía una antorcha verde. Por lo bajo, buscaba que alguien le averigüe cuando era la próxima movilización. Estaba orgulloso de ver a sus vecinos peleando.
Después vino el escrache que hicieron los vecinos en el domicilio de la titular de
La marcha terminó y Juan se retiró en silencio. No era el mismo que todos conocieron. Ya no gritaba ni discutía con nadie. Su mujer y sus hijos le habían pedido que se tranquilice y que no participe activamente que le iba a hacer mal. Pero él sólo simulaba cumplir…