jueves, diciembre 11, 2008

¿Construir o no construir? Esa es la cuestión

El boom de la construcción en Ramos Mejía trajo aparejado un duro enfrentamiento entre los distintos sectores que componen la comunidad: los vecinos en general y sobre todo los que viven en chalets o en casas bajas, los que de una u otra manera están vinculados al negocio inmobiliario y el Estado Municipal.

Análisis Urbano Teritorial - Propuesta Zonificación R. Mejía 06/11/2008

Unos bregan por la defensa de la calidad de vida amenazada por el colapso de los servicios, la pérdida de la privacidad y el deterioro del medio ambiente; los otros lo hacen por que ven amenazada la continuidad de su actividad profesional. Y las autoridades, al compás de una frenética danza de intereses políticos, tratan de establecer las reglas de juego de un partido que ya está empezado, lo que implica que todo lo que decidan beneficiará a unos y perjudicará a otros y estos últimos se aferrarán a derechos preexistentes.

Con este marco de referencia, los 24 concejales que integran el Consejo Deliberante de la Matanza, acaban de aprobar el pasado 13 de noviembre en la octava sesión ordinaria del año el nuevo código de planificación urbana en Ramos Mejía, con dos anexos referidos a los estacionamientos y espacios libres. Lo que se aprobó responde con mínimas modificaciones al proyecto original enviado por el ejecutivo.Al cierre de la presente edición se esperaba la promulgación del ejecutivo para que entrara en vigencia.

«La barra» ha consultado las voces de los distintos sectores involucrados con la intención de que queden reflejados los diversos puntos de vista.



Vecinos afectados

Miguel Presa es una de las caras visibles de la postura más dura de los vecinos, la que sostiene, entre otras cosas, que hay muchos edificios construidos sin respetar las normas y que si es necesario deben ser demolidos.


Frente de la casa de Miguel Presa pintado en reclamo del cese de la construcción de torres


«Los vecinos de Ramos Mejía elegimos vivir en un barrio de casas bajas y la construcción de una torre al lado de cualquiera de nuestras viviendas deteriora nuestra calidad de vida. La infraestructura de servicios no está preparada para seguir recibiendo nuevos usuarios. Los cortes de luz son continuos. La red cloacal y pluvial está colapsada. El tránsito es caótico. Primero hay que adecuar la infraestructura de servicios para que los vecinos que ya estamos vivamos dignamente. Después hay que prepararla para un eventual crecimiento y recién entonces se puede estudiar dónde y cómo se puede construir.

Antes de pensar en el nuevo código hay que reparar el daño que se ha hecho hasta ahora. ¿De qué sirve el código si luego se otorgan excepciones y se construye mucho más de lo permitido? La Municipalidad tiene el poder de demoler un edificio que esté fuera de norma y debiera hacerlo como ejemplo, para que en el futuro un constructor lo piense muy bien antes de invertir en una edificación que viola la reglamentación. El nuevo código fue hecho sin consultar a nadie, sin informar a los vecinos, sin dar participación a los especialistas. Muchos de los concejales que lo aprobaron no tienen ni idea de lo que votaron».



El sector de la construcción

Los constructores, ya sea de edificios chicos, medianos o grandes, vieron alteradas de manera brusca las reglas de juego con las que se desarrollaba su actividad.
La suspensión, desde hace algunos meses de poder presentar nuevos proyectos a la espera del nuevo código y las restricciones que ahora surgen, encontró a muchos con inversiones realizadas que ahora son inviables. Para no enfrentar de manera individual el problema decidieron agruparse en la «Asociación Civil Constructiva Ramos Mejía».


Dr. Efrén H. Álvarez Palacios de la Asoc. Constructiva de Ramos Mejía.



El doctor Efrén H. Alvarez Palacios dialogó con La barra en nombre de la asociación.

«Para ser miembro de esta Asociación es condición no tener ningún conflicto con el municipio por haber construido fuera de norma. No queremos estar involucrados en ese tipo de problemas. Nuestra postura de ninguna manera va en contra de los vecinos. Es perfectamente factible consensuar y llegar a soluciones válidas para todos. De hecho el 90% de quienes construyen en Ramos Mejía son también vecinos de la localidad y están tan interesados como el resto en mantener la calidad de vida.

La resolución que paralizó la presentación de nuevos proyectos fue totalmente inoportuna. Se destruyó una actividad que estaba en pleno auge y que generaba trabajo para mucha gente de la zona, no sólo los que se desempeñan directamente en las obras. Los inversores, ante la imposibilidad de seguir apostando a Ramos Mejía, se dirigieron a otras localidades y ahora, con la crisis nacional e internacional, va a ser muy difícil retomar el crecimiento local.

La otra pata de este sector son los martilleros o empresarios inmobiliarios. Si bien los consultados prefirieron mantener el anonimato, en síntesis consideran que «el nuevo código es improvisado y no se tuvieron en cuenta para nada las recomendaciones de las instituciones intermedias vinculadas al sector.

Periodico La barra