Lo dijo uno de los vecinos que debió abandonar su vivienda. En los 13 centros de evacuados los chicos se entretienen con actividades y los grandes esperan el momento de regresar a sus barrios.
“No importa adónde voy. No estoy preso”, contesta un abuelo ante la pregunta de uno de los colaboradores de la Escuela N° 119, de González Catán, que quiere saber adónde se dirige el anciano. El hombre sale nervioso a la vereda y protesta. No es para menos: pese a los esfuerzos de los voluntarios, el clima que se vive adentro de los 13 centros de asistencia a los damnificados por el temporal es de nerviosismo, y la calma se rompe en discusiones ante cada problema que aparece, por menor que éste sea.
“Sabemos que la gente quiere estar en su casa. Ver qué perdió y qué puede salvar. Pero no pueden volver a sus barrios, es preferible que estén acá con la ayuda que le podamos brindar nosotros”, comenta Daniel Gallardo, empleado de Desarrollo Social de la Comuna, a lamatanza.clarin.com. Y agrega: “El nerviosismo se nota más en los chicos, aunque debería ser al revés”.
Los pibes juegan al fútbol, corren entre los tablones y comen juntos. Hay maestras que les organizan actividades para que se distraigan. Sin embargo, a la noche, cuando tienen que dormir dicen tener miedo y extrañar sus hogares.
Los más grandes toman mate, conversan y esperan las noticias que traen los empleados del Municipio. “Perdí todo. Pero quiero saber cuándo voy a poder volver. Tengo una hija asmática y si no está todo seco no me puedo ir, por más que estemos desesperados”, asegura Maximiliano González mientras hace cola para que su nena sea atendida por un médico.
El Municipio se encargó de distribuir alimentos, colchones y frazadas a todos los damnificados, pero además en todas las escuelas se reciben donaciones de los vecinos. “Ayer se acercó muchísima gente a traer ropa. Ahora faltan zapatillas. Y luego estas familias van a necesitar de todo. Ojalá los vecinos que no sufrieron el temporal le den una mano a toda esta gente”, pide Gallardo.
Los más de dos mil vecinos que sufrieron el temporal esperan que el clima mejore y que el río Matanza retome su cause normal. Tristes y nerviosos, entre mates y charlas, aguardan la noticia de que no haya más agua en sus barrios.
La Matanza Clarín
