domingo, agosto 23, 2009

Descubrí por qué te llamás como te llamás

El primer hombre fue Adán, cuyo nombre significa "terrifacto", esto es, hecho de tierra, quien nació y murió sin apellido, porque era único y no lo necesitaba; pero al poblarse el mundo fue preciso diferenciar por oficio o edad (Juan el Apobador, Juan el inspector); y más tarde, sumarle un patronímico: así, Juan, hijo de Gonzalo, pasó a ser Juan González.



¿Usted cree en las casualidades?

Lea atentamente lo que sigue, es una perlita encontrada por uno de nuestros lectores, que lo dejará sorprendido. La información está chequeada y ponemos al final el link para que lo compruebe...

¿Pero que ley dice eso? Ehh...


ehhh... te lo muestro en el plano



Apellidos derivados de Apodos que aluden a las características de la persona

Algunos rasgos distintivos de la personalidad o la apariencia identificaban a los individuos y sus descendientes. Estos sobrenombres surgen como necesidad en aquellas comunidades en las que los patronímicos o los apellidos derivados de profesiones u oficios no eran suficientes para identificar a las familias de las mismas.

El apodo era a menudo asociado al color o forma del cabello. Algunos de los apellidos más comunes tienen este origen. Por ej: Rossi y todos sus derivados, el apellido más común en Italia, originado en los pelirrojos.
Muchas veces se utilizaban los defectos físicos para diferenciar a las personas y así aprecieron apellidos como Grassi, Grossi, Bassi, Corti, Lunghi, Sordi, Muti, Nani (enano), Brutti (feo), Malfatti (mal hecho), Piccoli (pequeño), Zoppi (rengo, cojo), Malvestiti (mal vestido), Debole (débil), Viscidi (resbaladizo, que se cae), Sciacanti, Minorati (retrasado), Dementi, Invalidi, Strpi (tullido, deforme), Curvi, Malati, Pesanti (pesado, aburrido).
Así como Gambarotta/o (pierna rota), Brazzorotto, Testasecca, Testaverde y la lista se volvería extensa. Otros ejemplos: BALBO (o BALBI), del latín “balbus” (balcuceante) o BIAGI, con sus derivados: BIAGETTI, BIASI, BLASI, DE BLASI, BLASETTI, que tienen un origen más o menos igual, derivan del adjetivo latino "blaesus" (balbuceante, que se le traba la lengua).