viernes, marzo 21, 2008

Correo de Lectores

El Maldonado al diván
En el vientre de Buenos Aires late un animal salvaje que nadie ha podido dominar, el Maldonado. ¿Un arroyo?

Ha pasado mucha agua bajo los puentes; nunca mejor aplicado que en este caso el dicho. Han pasado muchos años. Pero llueve, los de- sagües no funcionan y la ciudad se inunda. Entonces todos decimos: no se hizo nada. Y reclamamos canales aliviadores del Maldondado, más túneles, más obras. Pero el problema no es tan sencillo. Obras se han hecho. Todos los arroyos están entubados, aunque trabajos complementarios y prometidos, no se hicieran; algunos, por razones misteriosas (¿o muy claras?) ni siquiera se comenzaron. Sin embargo, un abordaje técnico diverso es posible.

Según ciertas opiniones, mejor que construir es plantar. Porque, según esta apreciación, la mejor manera de que la lluvia drene y no se inunde la ciudad, es aumentar los espacios verdes. La tierra absorbe el agua mejor que cualquier canal “mitigador”. Ha sido consustancial a Buenos Aires la vorágine constructora, una compulsión a la obra. Pero todo espacio construido, todo metro cuadrado gris es un metro cuadrado impermeabilizado y, por lo tanto, un fragmento de ciudad clausurado para el desagüe natural. En él, la lluvia será castigo.

Y éste es otro déficit de la ciudad de Buenos Aires, menos espectacular y movilizador que las inundaciones por desborde de los arroyos entubados, pero no menos grave. Según la Organización Mundial de la Salud es indispensable, para una buena calidad de vida, que una ciudad tenga 15 metros cuadrados de espacio verde por habitante. El límite por debajo del cual una ciudad cae en la degradación son 10 metros cuadrados de verde por habitante. La ciudad de Buenos Aires (aun computando el imprevisto aporte de verde que le dio la espontánea Reserva Ecológica con sus 360 hectáreas) tiene...¡1,80 metros cuadrados de espacio verde por habitante! Curitiba, esa ciudad brasileña considerada en algunos aspectos un modelo de urbanismo humano, tiene 52 metros cuadrados de verde por habitante, Bruselas tiene 29 metros cuadrados, Madrid 14... Más cifras: si en 1908 el 40% del agua de lluvia caída en Buenos Aires drenaba a través de parques, plazas y jardines, en 2008 drena por esa vía el 5%.

Bienvenidas sean las canalizaciones complementarias del Maldonado y de los demás peligrosos arroyos porteños, pero no olvidemos, sobre todo cuando debe decidirse el destino de grandes extensiones urbanas, en la zona de Retiro o en el corredor oeste si se interna el ferrocarril Sarmiento, que la superficie verde es una asignatura pendiente de la ciudad.A veces, parece que las cosas están solucionadas, y no es así. El Maldonado, ese humilde arroyo que corre bajo nuestra ciudad, de pronto se despierta y hace mal. Y hay que volver a luchar contra él, así como la ciudad debe volver, una y otra vez, a desafiar su presente y diseñar su futuro.

Por Alvaro Abós
Para LA NACION